EN BILLETES DE 50 BOLAS (Y LAS MEMORIAS DE UN MINISTERIAL MUERTO).

 


 

“La gente es mierda, la gente buena no existe, simplemente es gente menos mierda”. 

 
 

La historia de los Table Dance en Monterrey cuenta con ciertos huecos donde la gente mete ideas o chingaderas que no sabe si fueron cien por ciento verdad, mentira o fantasía etílica. Según existía un tal “Negro”; mesero muy influyente y trabajador de la zona culera de la ciudad. Este sabía cómo era la cosa hasta que llegó un gringo de Dallas sin avisar y aparentemente sin rumbo. Típico gringo de Texas con sombrero y botas, de camisa azul tipo mezclilla como si fuera un puto comercial de Marlboro.  

 
 

No pasaron muchas horas hasta que el Negro lo notó un tanto abrumado o más bien aburrido. Este se acercó y le preguntó —¿Qué traía? — El gringo quería comerse los calzones de la mesera con mejores piernas del lugar, pero pues para hacer mucho trabajo tenía para conseguirlo; el Sida en aquellos tiempos andaba muy fuerte por culpa de los forajidos. Así que el gringo tuvo una idea y la expresó en inglés: “Table Dance my men”.  

 
 

El Negro, desconcertado le preguntó de que se trataba eso del «teibol dans» como si fuera un estallido sin patas ni cabeza o una idea loca de cualquier borracho o algún peculiar común degenerado. Pero bueno, los billetes manejan más que las ideas, así que el negro le pidió a aquella mesera que se subiera a la mesa y bailara como loca y se quitara la mayoría de la ropa. Haciendo que el gringo gritara de emoción soltando billetes como si fuera la última vez que este se gastara sus arrugados dólares.  

 
 

En eso, los demás asistentes del lugar se alocaron y empezaron a lanzar billetes como locos maniáticos; enfatizando aquella exótica escena de la película metrópolis de Fritz Lang. La música de la rocola hizo tanto ruido que la noche se alargó provocando que las luces neón dibujaran el contorno oscuro de los pezones de aquella mesera. Con el mismo efecto, las demás meseras hicieron lo mismo y la locura se estableció como un negocio inverosímil. He ahí como una noche se convirtió en un tipo de vida en medio de lo nocturno y el alcohol, de ahí el Negro se dio cuenta que el negocio tendría futuro. Eran los noventas, se tenía que ganar una lucha en contra de lo establecido y en cierta parte se ganó, pero también se perdió.  

 
 

El presunto inicio. 

 
 

Mi abuelo, como algunos saben; trabajaba como carnicero en el rastro municipal. Alguna vez me contó que cuando tenía que matar a un chivito o cabrito, este tenía que golpear fuertemente el pectoral del animal hasta detener su corazón. Aunque años después de que mi abuelo falleciera, un carnicero de mediana experiencia me comentó que aquel método es muy doloroso para el caprino, que eso mismo lo aplicaban cuando necesitaban desquitarse con alguien o con algo. 

 
 

Consternado por lo que me dijeron, me puse a pensar que mi abuelo lo hacía debido a aquel hastío que la gente se carga día a día; algo llamado “vida”. Singularmente, mi abuelo tuvo varios paros cardiacos antes de fulminar su vida debido al mismo malestar ¡Qué cosas! 

 
 

Es totalmente cierto que las personas de ahora son un reflejo de sus antepasados, las regiones, las etnias y la cultura que se pasan por los genes y por las actitudes aprendidas a la mala o la buena. La mayoría de los que leen esto son herederos de herreros, de carniceros, carpinteros, mozos, putas, cocineros, ladrones, charlatanes y asesinos o etcétera.  

 
 

—Esta chida la mamada que me cuentas mi loco, pero justifica la jalada hedionda que hay que hacer en un rato… ¿Sabes por qué me gusta ir con putas? No nada más se trata en ir al piquero y escoger a la puta y nah, la neta es un pinche arte saber elegir, tú ya sabes.  

 
 

— No, no se ¿Entonces que güey? Explícate… 

 
 

—Me gusta elegir a las putas que no quieren jalar, las que traen su jeta, las que andan de malas. Recuerdo muy bien aquella puta paisa (chica de origen indígena), no se quería asomar cuando entré a la sala y el padrote me dijo que eligiera la que más me gustara ¡Puta madre! que buena sensación. Al chile, valen la pena las ciento cincuenta bolas que vale ese pedo. Así que ya sin tanta mamada la elegí a ella, que chulada, me gustaba que me volteara la cara como la perra con la que andaba en ese tiempo. Me ponía más duro y más fuerte le daba, hasta que en un momento ella se vino; gritando y llorando hasta hacer que me pusiera más loco y le diera hasta que se me reventara el pinche enmicado ¡Qué buena cogida! Pero no sé por qué grito y lloró. 

 
 

2007 

 
 

Veinte años de edad, veinte cigarros baratos en una cajetilla. Un nuevo trabajo con buenas expectativas y con falsas promesas. Llorar de estrés y querer golpear a cualquier transeúnte de regreso a ese cubo de concreto. Valorar lo poco que las cosas valen con el querer de muchas cosas y a la vez bloquearte por no tener lo que en tu perra vida podrás poseer. 

 
 

Jaladas, mamadas, cosas inusuales, todo el día maquilando como la fábrica de Coca-Cola. Es raro saber que en esta ciudad la gente necesita de azúcar carbonatada para poder mantenerse activa y cebada fermentada durante el diurno para poder mantenerse relajado. Por eso mismo los hospitales se encuentran repletos de gente con diabetes severa o cirrosis terminal.  

 
 

Puta madre. 

 
 

Mas noticias de ninguna parte. 

 
 

El exceso de aromatizante en el suelo de los puteros no te garantiza que la panocha acida de una puta de aquí este limpia ¡ah! pero como se mueve el dinero por estos lugares. Como si fuera un tipo de casino de deseos donde no se sabe si los billetes tengan candidiasis y los impulsos torpes de los hombres no se puedan controlar y no se logren analizar desde una acción preliminar. Solamente se llega al punto hondo del pedo cuando es la expiación de todos los pecados con una resaca que no deja de castigar a los buenos parroquianos que se quedaron sin la raya que debieron guardar.  

 
 

Jazmín, así se llamaba y trabajaba solamente seis meses mientras los otros restantes del año se los pasaba en algún trabajo equis, así es como las etapas de daño y consuelo se daban hasta que esta quedo embarazada y le dio un tipo de hepatitis crónico. Como decía aquella canción de Nick Cave “More News From Nowhere”  (Más noticas de ninguna parte). 

 
 

Rancho Loco (Men´s Club). 

 
 

Paja en el piso, sé que el lugar quiere parecer uno en donde puedas ambientarte en un sentido de “rancho”. Antes de eso habíamos ido a un lugar del cual lo que menos te interesa es su nombre, debido a que lo único que te importa es lo que vas a hacer para “divertirte”. Antes de eso existía la música psycho y del como bailaban algunos locos que no tenían algún tipo de… “coreografía”. Bueno, ahí andaba nuestro el compa el vampi del cual trabajaba como gestor de cobranza para alguna compañía de telefonía y sin rondar tanto en el tema este se nos acercó con un tipo de actitud muy entusiasta para decirnos o retractarnos que el psycho era la mera onda. Al parecer este se lo tomó muy enserio y se alejó lentamente de donde lo topamos para este irse a la pista y bailar de una forma tan extraña que incomodó a la mayoría de los asistentes de aquel lugar. Momentos después nos fuimos de ahí y el pinche vampi se nos pegó como chicle. 

 
 

Tomamos un taxi color verde chile, eran los que había y nos habíamos llevado al vampi ya todo derrotado de pastas que este se había comprado en el Skizzo. El maltrecho nos comentó sobre un lugar en el que todo parecía una película de David Lynch, de esas películas raras-locas que solo ven los loquitos, como yo. Durante el trayecto, las luces de los faros que iluminaban la avenida Félix U. Gómez contaban las milésimas de segundos que se convertían en segundos o en cuartos de minutos por los semáforos rojos que al final nos dictaron que eran las tres de la mañana y no nos importaba.  

 
 

El ambiente industrial hartaba, las energías cansadas quedaban como rastro por las mini empresas que se encontraban alrededor y me hubiera gustado saber cuántas veces se habrá dicho en cada puta mañana: “Otro día de ir por el kilo de blanquillo”. En contra enfrente de este lugar se encontraba otro putero llamado “Caballo Dorado”, ese maldito lugar donde había varias señoras de brazo gordo y suave.  

 
 

Pero existía este show, si, como si fuera un puto circo. “La presentación de la cerveza” que consistía en que una chica se subiera a la pista donde el número se dividía en tres canciones. La primera canción puede ser rock and roll o reguetón, la segunda del mismo género, pero más tranquila y esto debido a que la chica no puede cansarse tanto. Eso de subirse al tubo manchando de fluidos vaginales con lubricante barato y sepa dios quien sabe más hasta el techo, no es fácil. Las piernas deben ser largas y deben saber moverse como si fuera una mantis religiosa escalando una rama o aparentar ser una rana tratando de aparearse.  

 
 

La tercera canción es la mejor de todas, es la balada donde puede ser el género que la chica se sienta más tranquila y en este caso fortuito fue la canción “Love Bites” de Def Leppard; que buena rola maldita sea. Bueno, al final la chica se acercó a un parroquiano sentado cerca de la pista y le quito su cerveza a medio tomar para después vertérsela en todo su desnudo cuerpo bajo esa luz tenue.  

 
 

🎶 I don't want to touch you too much, baby 

'Cause makin' love to you might drive me crazy🎵 

 
 

Sin caer en tanta innecesaria poesía descriptiva… La gente aplaudía como si fuera la entrada del presidente a una boda, y claro al parroquiano que atestiguo del como su cheve con su saliva se escurría en la figura de esta chica, le llegaba otra cerveza por medio de un buen mesero. Al final un sujeto la bajo de la pista para llevársela a los privados, lo más probable para lamer todo, incluyendo las babas de aquel parroquiano de chaqueta color beige. 

 
 

Al final, es mejor que “el show del cigarro” del Cielo Men´s  Club, donde consiste en que la chica se meta el cigarro de un parroquiano en el fundillo mientras sigue bailando la balada y al final se lo quite del culo apretado para meterlo de vuelta en la boca del borracho más “suertudo”. 

 
 

No es bueno ni malo, es… raro. Siempre con billetes de cincuenta bolas para los privados. 

 
 

Fin de año. 

 
 

Los casados que ya no le ven un fin interesante a su vida. 

Los emprendedores que terminan viendo sus emociones como los empaques que promocionan o venden. 

Los que no se aguantan así mismos. 

Los hijos únicos. 

Los meseros de los tables. 

Los divorciados que se pusieron la camisa que siempre se quisieron poner. 

Las madres solteras y su enemigo en forma de espejismos. 

Los vividores lacanianos y freudianos. 

Las excusas vacías en libertades muertas de hambre. 

 
 

Tip para quitarse el frío según el del Uber: 

 
 

“Este pinche clima esta como para aventarse un tiro con un operador mal humorado en una parada de camión en Apodaca. Acá que te siembre de un vergazo y te pares otra vez riéndote a la verga con el hocico rojo y roto; pidiendo más vergazos «¡sobres, sobres culero!» acá zigzagueando como peso mosca. Las pinches señoras gritando y nomás la gente pendeja viendo…” 

 
 

 
 

La situación de la viuda negra. 

 
 

 
 

¿Apenas entrar a ver no? 

 
 

No, no creo; deja que el lagarto haga lo que tenga que hacer, por ahora échate esa mamada que te compraste en la micho. 

 
 

Dentro del lugar… 

 
 

— Las putas cosas no pasan por que sí, no sé si estoy mal o mi pinche lógica me manda a la verga a cada rato. 

 
 

—No quería… 

 
 

—Mírate nomás, ni puedes aguantar las pinches lágrimas en tu jeta, siempre he pensado que cuando lloran es como si fuera una gripe de las fuertes, de esas que no sabes ni qué pedo, la gripe española sigue haciendo de las suyas… 

 
 

—¿Qué me van a hacer? 

 
 

—¡Mmmta! eso no depende de mí, para eso hay gente que hace lo que tiene que hacer cuando algo no está del todo bien… Mataste a tu huerco nomas por que se te ocurrió, eso es a lo que temo, es como eso del aborto; traerá muchos problemas de regresión en el proceso cuando todo este más adelantado… 

 
 

—No quise… 

 
 

—Todos queremos dejar de querer de hacer algo morra, pero el pasado ya se ha dado… ahora, si me disculpa “señora” … me tengo que retirar… 

 
 

Afuera… 

 
 

—¿A dónde vamos mi comander? 

 
 

—No sé, tú eres el que sabes más, mira vamos por un tequila al restaurante, que el lagarto hará lo que tenga que hacer, al cabo no es mandado mío… 

 
 

—¿Por qué le dicen el Lagarto ese men? 

 
 

—¡Ah! Esa es una historia muy rara, pero bueno, a este le dicen así por que nació con una rara enfermedad en la piel, dicen que su jefa lo quiso matar con anticongelante cuando lo traía en la barriga, eso dicen… 

 
 

—¡No mames! 

 
 

—La verdad ya no sé, pero la jefa de este lo intento lanzar al rio Topo Chico y un señor la alcanzo a detener… dicen las malas lenguas que por eso es como es porque cuando tenía como once años le empezaron a quitar “las escamas” de la piel… sin anestesia, recordando lo que le habían dicho sobre lo que le hizo su jefa… por eso al muy ojete lo mandan a hacer trabajos con viejas. 

 
 


El lagarto llegó sin decir nada «como siempre» el ruido es ruido en una bodega cualquiera en las orillas del centro de Monterrey que se conecta a uno de los tantos bares. Este la tomó del cabello y la empezó a reventar en contra la pared, tanto así que los cabellos se le desprendían de su cabeza, para luego cansarla y encajarle el picahielo en dos ocasiones en los pulmones y dejarla que deambulará en el lugar como zombie  hasta por fin desvanecerse sobre el piso y dejar de respirar debido a los pulmones ahogados de sangre… El lagarto le dio un sorbo a su Cal-C-Tose, no le gusta el Chocomilk, le repulsa. 

 
 


 
 

En el camino… 

 
 

—La otra vez soñé con unas buenas rolas de esas de guitarras lentas y de voces tranquilas, en medio de un pueblo o una cuadra llena de colores; donde todo sabía bien, donde todo olía bien y una mano limpia y clara me tocaba la cara. Tienes razón en eso de que la sociedad es como la panocha, los lactobacilos eliminan los gérmenes y bacterias que entran a un ecosistema balanceado. Se que existe la puta paz y el pinche bien, ha de estar por ahí.

 
 

Se escucha “A Little While” de Yellow Days