EL ABAD: PESTE NEGRA
Un hombre se rompe el tobillo de nueva cuenta, esté, escondido detrás de una tienda de autoservicio ya que lo necesita hacer para vender alguna lástima y poder subsistir. Los hombres de palabras ya no conjugan, los músicos están desafinados. Las pequeñas suaves cuevas de los oscuros recónditos de la calle reforma se ponen más estrechas. Un niño tiene hambre, se muerde el dedo mientras espera a su puberta hermana de pocas protuberancias, mientras está sustrae y se come la semilla de una asquerosa fruta; añeja y ajena por unos cuantos pesos y todo para poder mal comer.
Por ahora traigo puros de veinte para repartir a los vagos que me sonríen, a los que no, les reparto diez pesos con un chicle podrido y pegado en el lado donde se esculpió nuestro flamante escudo nacional. El pinche chiste se cuenta solo. Una señora con sus pezones erectos sonríe, pero a la vez claudica la misma con una mueca temblorosa e indecisa, debido a que la menopausia es culera y la poca sostenibilidad de su esposo no ayuda. Un muchacho más entre otros muchachos, no sabe para dónde ir, se queda parado en la banqueta estando el semáforo en verde, sus pautas al caminar me hacen oír su triste música que nadie más escucha.
Los pequeños estallidos suicidas, son cómo los latidos de un viejo tomando viagra para chingarse esa muchacha indígena de San Luis que tanto le gusta.
Llego a la Iglesia del Roble. La Paz es descomunal dentro de esta, sin embargo, en ocasiones la gente no quiere paz, les hace daño.
Abad: Hace mucho que no venías muchacho… ¡Ah! la pandemia…
Yo: Esa cosa me va a matar si me da mi Abad, ya sabe que no me quiero morir todavía.
Abad: ¿Cómo va todo?
Yo: Todavía no andan vaciando supermercados o asaltando y violando niñas ricas de residenciales.
Abad: El diablo se esconde entre las palabras que no nos fijamos, mi muchacho.
Yo: Padre, he pecado.
….
Abad: Es curioso, últimamente me he puesto a pensar en los pecadores, pero más en los que desean ver esta iglesia derrumbada. Son como los comunistas de antaño, la misma envidia o su ineptitud los contrasta de odio y no dejan de lanzar sus malos sentimientos a los que les brilla la luz.
Yo: La iglesia y la política no se mezcla, usted me dijo que no es correcto ¿De qué clase de pecadores quiere hablar? ¿Los desviados/sodomitas? ¿Las mujeres inmorales, las malas madres? ¿Los asesinos? ¿Los drogadictos? ¿Los que fueron desdichados e ignorados por su propia madre por tener hijos con otra persona? ¿Los que fueron desentendidos por sus propios padres y se desentendieron de los suyos? etcétera. Tengo de todo en la mayoría de mi Facebook ¡Tenga! Tome mi hermoso iPhone 12 y chéquele.
Abad: Muchas manzanas se comen antes de madurar, pero si tú quitas una manzana del árbol a medio madurar, esta se pudrirá siendo joven. Muchas personas se ríen de sus propios miedos, usan el infantilismo para asustar al envejecimiento. No viven el momento y disfrazan sus momentos para poder tapar sus heridas invisibles que traen en el alma.
Yo: Sí, si me había comentado sobre los piercings y tatuajes que se correlacionan con las culpas. Esa fue platica de antes… no podemos discriminar el prejuicio…
Abad: Plática que te va a servir y que debes de repetirte hasta que sepas a lo que vas. Cuando yo esté muerto empezará todo y tú serás parte de todo ese “todo”. Será un tipo de limpieza lo que sucederá y hasta el más malévolo temblará de miedo.
Yo: Los bastardos se comerán entre ellos y les aventaré la caña de pescar y el señuelo. Pero ¿qué pasará con los bastardos que quiero y aprecio? La comida que sirven en las bodas se parece mucho a la que sirven en las cárceles.
Abad: Toda esa gente que dices que tienes en tu Facebook, no son pecadores, no para nada. Estos revierten, atacan o discriminan la iglesia por ciertos defectos propios, uno de ellos es su falta de empatía con la sociedad o su pérdida de adaptación con ella. Creen que su patética vida vale más que lo que existe en su alrededor. Creen que la vida es un restaurante, siempre usando ciertos lamentables hechos para poder contrarrestar una generalidad. Acuérdate que el victimario después de ser víctima minoritaria se acurruca por medio de sus mismos achaques.
Yo: ¿Entonces qué es?
Abad: No puedes ser pecador sin antes perdonarte a ti mismo, a eso le llamamos “absolución” … Esa es la forma correcta… Cosa que no entendió Calvino y Lutero (el sacerdote apretó la biblia con tal fuerza, que se escuchó un tipo de resbalo con sus dedos sobre la piel del forro del libro). En el caso de tus rabiosos amigos, no desean aceptar a la iglesia, no la iglesia en sí, si no su fe. No desean tener reglas, desean aceptar sus errores, o están orgullosos de sus mismas caídas. Normalizan, enfatizan y celebran sus interminables mocedades
—¿Qué quiere que haga Abad?
—Qué sepas por dónde vas a caminar… Dios pone, tú lo tomas, sin saber por qué lo está poniendo.
—¿No le pareció un tanto egoísta la actitud que tomó Jesucristo? ¿Cuándo este convirtió el agua en
vino y las rocas en pan? ¿O también cuándo este sanó a un minusválido?
—La autoridad o devoción a veces no tiene límites de ceguera, puede que tengas razón. Ahí se encuentra el poder de dar, pero también tienes poder del que recibe.
—¿Por qué este Roble sigue medio verde dentro de este salón?
—Este Roble de casi seis metros, no ha crecido, ni tampoco sus raíces han levantado el mármol de la iglesia. Esto debido a que se aplica ciencia exacta para poder obtener resultados que siguen sorprendiendo. Un claro ejemplo fue la peste negra, esta fue inyectada en las ratas. Esto para matar a los pobres, o cómo el SIDA en los ochentas, para eliminar a los sodomitas y a los inmorales. Ahora te pregunto ¿De dónde crees que viene esto del COVID? No, no pienses mal de la iglesia, no somos tan malos. Fueron los calvinistas o los peregrinos, de eso estoy seguro. Ahora ¿por qué crees que esta iglesia parece un fuerte y no una iglesia normal? Toda esta tecnología que tenemos fue robada por nuestros contrarios, mas no nuestros enemigos, recuerda, nosotros no tenemos enemigos.
—Es como si fuera una ciudadela… es por qué sabe muy bien que es lo que viene….
—Para eso estas tú y los demás para poder detener esto. Tenemos varios años peleando con los protestantes y controlando a los ateos. Es algo que tú ya sabes, pero como tu dices, es como los libros de Harry Potter. Ve a ponerte la vacuna, tienes cosas que hacer…
—No creo mi Abad, creo que tengo que estar igual de descalzo que el vagabundo que anda para sentirme afortunado. Luego me la pondré cuando se encuentre para todos.
—Tres ave marías y dos padres nuestros. No te pierdas tanto muchacho, acuérdate que eres de los “no episcopales” que pueden entrar a este salón.
FIN
Imagen: extracto del cómic Spawn: Sangre y Salvacion, 2000, McFarlane.